viernes, 20 de diciembre de 2013

¡Recórcholis!

Sigo con el destape de palabras inverosímiles. Así tenemos ranacuajo, que luce como un error de imprenta pero no lo es. Rebisabuelo parece un disparate de alguien que desconoce la genealogía y los grados de consanguinidad, mas es otra forma de referirse al tatarabuelo. Pensándolo bien, si existe rimar, también debe aceptarse ritmar, por más que se nos acelere el ritmo cardiaco con este verbo. Igualmente, estas palabrejas hacen rosarse a cualquiera que debería sonrosarse por términos así. En fin, acaba uno como un rutinero en estas cosas del idioma, resignado a tanta cosa rara que cotidianamente acepta la RAE.

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