Hay opiniones odiosas u ofensivas, pero ello no debe ser fundamento para tipificarlas como delitos. En Europa, algunos países han convertido en delito la negación del Holocausto, a despecho del derecho a la libre expresión. Algo parecido ocurre con la matanza de armenios a manos de turcos en 1915, la cual ha sido catalogada como un «genocidio». Su negación también ha sido prohibida por ley.
Ahora, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictaminado -- correctamente, a mi juicio -- que esa ley atenta contra la libertad de expresión, la cual protege «opiniones erróneas o una interpretación incorrecta de sucesos del pasado». El caso surgió por unas expresiones de un ciudadano turco en Suiza, quien catalógo el genocidio armenio como «una mentira internacional». Suiza prohíbe que se manifieste esa creencia.
La democracia y un estado de Derecho respetuoso de la libertad exigen un alto grado de tolerancia de la expresión infame, la cual no se combate suprimiéndola, sino, legítimamente, oponiéndole el discurso de la razón y la verdad.
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