La corrupción policial en Estados Unidos es tan grande y variada como el país mismo. Va desde las grandes ciudades como Chicago, Detroit, Los Angeles y Nueva York, hasta «pueblos de vaqueros» como Jackson, Miss., donde han presentado 31 cargos contra su sheriff, individuo malamañoso, con una ética de la hojalata de la que se hacían las insignias del oficio en la época del Viejo Oeste. Mike Byrd es un pajarraco, que ha abusado de su cargo con fines económicos y personales tales como fraude, malversación, obstrucción de la justicia y perjurio. También ha incurrido en prácticas vengativas contra personas que no son de su agrado o por desquite. En fin, un bandido con placa de agente del orden público. Todo esto en un cargo electivo -- parte de sus actividades ilícitas respondían a sus necesidades político partidistas -- en el cual rinde ya su cuarto término.
Para juzgarlo, han tenido que sacar del retiro a un juez de otra parte del estado, pues todos los de su condado se han inhibido.
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