Cuando de oscurantismo se trata, las iglesias -- que generalmente no se quieren ver ni en pintura -- hacen causa común, para oponerse a medidas progresistas como la de reconocer el derecho de los homosexuales a adoptar. Argumentan que la única crianza «natural» es la de la pareja heterosexual. Hombre, pero es que , bien visto, tampoco es «natural» que alguien quiera criar a un niño que no es suyo, y sin embargo, se permite y funciona. La premisa inarticulada de esta «santa oposición» es que un niño criado por homosexuales adoptará esa inclinación sexual. Pues, que yo sepa, la inmensísima mayoría de los homosexuales son hijos de heterosexuales, es decir, el modelaje familiar no ha influido en su preferencia sexual.
La realidad es que un homosexual puede ser tan buen o mal padre o madre que un heterosexual. Lo que el Estado tiene que procurar es que, sea quien sea el adoptante, reúna los requisitos para ello, sobre todo, el interés genuino de brindarle amor y un buen hogar a un niño desamparado.
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