Cuando leí el siguiente titular, pensé que se trataba de otro escándalo sexual de los que nos tiene acostumbrados la Iglesia Católica: «Arrestan por fisgón al mayordomo del Papa». Ya me imaginaba al individuo espiando a las monjitas vaticanas en sus abluciones matinales o algo así. Pero, se trata de algo más pedestre y menos excitante. El individuo ha sustraído unos documentos «secretos» del Vaticano, y se los ha llevado para su casa. (Algo muy comprometedor habrá en ellos, estoy seguro.)
Me parece que el titular da lugar a este equívoco, pues, aunque «fisgón» es una persona que husmea, lo cierto es que su acepción más conocida y aceptada es la de quien espía a otros, sobre todo en una situación sexual. Para decirlo en puertorriqueño: un «ligón». Claro, es posible que el mayordomo de Ratzinger haya estado fisgoneando detrás de las pesadas cortinas de los apartamentos papales, y haya oído o visto algo que le motivara a apoderarse de esos documentos.
Que, con lo deprestigiado que está el Vaticano, no hay que dudar nada...
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