No se hace lo suficiente para atender a los deambulantes y a los «sin techo» en todo el mundo. Así lo ha denunciado la ONU en un informe sobre el derecho a la vivienda, uno de los más apremiantes de todos los derechos humanos. Los países -- incluido el nuestro -- no han desarrollado una estrategia eficaz para proveer vivienda razonable a sus clases más menesterosas. Mientras en Puerto Rico, por ejemplo, los gobiernos se desviven por ofrecer ventajas contributivas a constructores de casas y apartamentos de lujo o de precios inflados -- que después no se pueden vender -- es muy poco lo que se ha hecho para estimular la llamada «vivienda de interés social», eufemismo para evitar decir «para los pobres».
Con el empobrecimiento progresivo de la clase media y la clase trabajadora, aumenta el número de personas que se quedan sin casa porque no pueden pagar la que compraron, o ni siquiera pueden llegar a tenerla o a pagar un alquiler de manera consecuente. Es así como el problema se agrava a pasos acelerados, y con ello urge que se reivindique el derecho a la vivienda como derecho humano esencial.
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