Por fin, Chile se encamina a corregir el error histórico de una constitución adoptada bajo un régimen dictatorial como el de Pinochet. Las constituciones suponen el ejercicio de libertad y soberanía popular que no están presentes en un estado policiaco como el que se vivía durante la época de Pinochet. Por lo tanto, por más que fuera aprobada por el voto popular, ese documento era nulo ab initio. Aun así, han pasado 35 años para que el país decida que ya es tiempo de darse una nueva y verdadera constitución.
Por razones parecidas, la de Puerto Rico tampoco es una auténtica constitución, pues no es el producto de un ejercicio soberano, sino de una ley del Congreso de Estados Unidos que lo autorizaba, pero reservándose el poder de veto que, de hecho, ejerció, eliminando la sección 20 de la Carta de Derechos según aprobada por los puertorriqueños.
Los puertorriqueños deberíamos seguir el ejemplo de Chile, y rectificar el engaño de 1952, aprobando una constitución como un país libre y soberano.
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