Nuestra pobreza léxica -- incrementada con cada generación -- nos lleva al desuso de palabras muy útiles y a consiguientes circunloquios. Quizá porque no hay muchos en el país, el término abstemio resulta desconocido y poco usado. De ahí que, cuando viene al caso, la gente dice de sí misma o de otro, que «no bebe» o «no bebe alcohol o licor».
¡Brindo por que hablemos y escribamos mejor el español!
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