He aquí otro concepto que ya resulta casi ajeno a buena parte de nuestra gente y, por ende, ausente de su vocabulario. Se trata de gallardía, actitud de «esfuerzo y arrojo en ejecutar las acciones y acometer las empresas». Contrastan el apocamiento, la docilidad y la sumisión de nuestra gente ante las adversidades de la vida colectiva e individual. La dependencia extrema que padecemos de manera endémica en nuestro país ha menguado nuestras fuerzas espirituales, reduciéndonos a una casta de gente pedigüeña y suplicante, incapaz de exigir y de procurarse su propio destino.
No hay gallardía. Por eso no figura en nuestro vocabulario.
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