La palabra unión -- que no hace falta explicar -- tiene en Puerto Rico una frecuente y fuerte presencia, dada nuestra «condición política», frase eufemística con la que se suele encubrir el coloniaje que padecemos. Desde principios del siglo 20, se habla de la Unión Americana, para referirse a Estados Unidos, y Luis Muñoz Marín, sin duda el político más influyente de la «increíble y triste historia» de los cándidos puertorriqueños, le puso su sello a nuestra subordinación con el concepto de unión permanente a Estados Unidos, mantra con el que los puertorriqueños dóciles aquietan su espíritu ante la degradante situación colonial.
Ocurre, entonces, que no hay tal «unión», sino sometimiento, subordinación y sujeción al imperio yanqui, consentido y hasta celebrado por quienes tienen un «enredo de espíritu», en palabras de Muñoz Marín en un momento de una lucidez patriótica que le duró muy poco.
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