domingo, 2 de noviembre de 2014
Los otros indocumentados
Independientemente de la «mala leche» con la que se han aprobado las leyes estadounidenses que requieren identificación con foto para votar -- pues se conoce el efecto inmediato de ello -- , lo cierto es que no hay algo inherentemente malo en que haya una exigencia de ese tipo para ejercer el derecho al voto. Acá en nuestro país tenemos la tarjeta electoral con ese propósito, y no resulta en nada irrazonable u opresivo establecer un mecanismo así. Que se calcule que en Estados Unidos hay cerca de 23 millones de personas sin documento alguno de identidad acusa un atraso social muy grave. Por más pobre que sea una persona o más apartada viva, en este siglo 21, en el país que más se jacta de su superioridad en todos los órdenes, una situación como esta es francamente escandalosa. Se trata de un segmento significativo de su población viviendo en una marginalidad muy frágil, no solo en términos electorales, sino en otros muchos aspectos de la vida en sociedad, en los cuales no es posible participar eficazmente sin una identificación con foto.
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