domingo, 16 de noviembre de 2014

¡Ay, Canadá!

Yo creía que era un principio general de Derecho el actuar de buena fe siempre, incluido en el cumplimiento contractual, pues presumir o admitir lo contrario sería absurdo y manifiestamente injusto. Pero, tal parece que, hasta hace unos días, los canadienses no estaban muy seguros de ello, ya que su Tribunal Supremo ha tenido que aclararlo, diciendo que no se le debe mentir a la otra parte en una relación contractual. Que tenga que decirse algo así a la altura de 2014 habla muy mal de un sistema jurídico.

A veces, el Derecho se enreda en disquisiciones contrarias al sentido común y sencillo de la Decencia y la Justicia. Se pacta con otro de buena fe, esperando que se cumpla de la mejor forma posible, sin dobleces de clase alguna. No hace falta buscar fundamentos en comentarios, tratados, leyes o jurisprudencia para justificar una norma así.

Ni llegar a un Tribunal Supremo para que se reconozca.

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