viernes, 21 de diciembre de 2012

Para no caer en un error

Como toda regla tiene excepciones, a veces, la acepción preferida de una palabra en el diccionario no es la primera o la segunda, pues el uso preponderante es el que figura posteriormente. Tomemos el ejemplo del verbo derrocar, que en primera instancia significa «despeñar» y luego «echar por tierra, deshacer, arruinar un edificio», pero usted y yo sabemos que el uso real es el que aparece en tercer lugar «en política especialmente, derribar, arrojar del estado o fortuna que tiene», aunque yo diría mejor «del gobierno» o, sencillamente, «el gobierno o el gobernante». De hecho, más adelante, el diccionario recoge esa definición precisa: «derribar a alguien luchando», aunque no la vincula con el poder político, sino que deja la impresión de que se trata de algo individual o personal.

Hay, pues, que discriminar entre los varios significados de una palabra, para escoger el que verdaderamente representa lo que deseamos decir.

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