Resulta alarmante, y sintomático de desidia profesional, que diez meses después de aprobarse la ley que dispone el establecimiento del expediente médico electrónico solo el 1% de los médicos lo haya implantado. Evidentemente, hay una resistencia muy fuerte a cumplir con el estatuto, uno cuyas bondades son manifiestas. Independientemente de que esto haya sido una inciativa e imposición del gobierno de Estados Unidos, lo cierto es que el expediente médico electrónico es un desarrollo necesario para una atención óptima de los pacientes, dentro y fuera de las fronteras nacionales. Existiendo la tecnología para configurarlo, no hay excusas para no implantarlo.
La clase médica del país debe dar un ejemplo de responsabilidad profesional y de civismo, cumpliendo con la ley sin mayor dilación. Conviene que en ello tengan presente que uno de los criterios principales por los cuales se juzga su responsabilidad en casos de impericia es si el cuidado ofrecido al paciente es cónsono con el generalmente aceptado por la comunidad médica, a base del conocimiento y los adelantos del momento. Ciertamente, un médico que, por desinterés, no tenga los expedientes de sus pacientes en formato electrónico -- y que ello afecte de alguna manera su tratamiento -- incurriría en responsabilidad civil por los daños ocasionados.
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