Para los que admiran al Tribunal Supremo de Estados Unidos como la atalaya máxima del Derecho y la Justicia, apunten esto. Hace dos días, ese Tribunal se negó a detener la ejecución de un reo con un coeficiente de inteligencia de 61, siendo 70 el máximo para ser considerado retardado mental. El pobre infeliz había pasado 18 años en la galera de la muerte. El Supremo dictaminó que el hombre no era tan anormal, sino que le habían medido mal la inteligencia. Evidentemente, lo querían matar, y le buscaron cinco patas al gato para hacerlo.
La jursprudencia americana sobre la pena de muerte es francamente bochornosa. Éste es un ejemplo más de ello.
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