En medio del zafarrancho del derrame de petróleo en el Golfo de México, no debemos perder de vista el escandalito de Johnson & Johnson, farmacéutica que no es muy escrupulosa en su elaboración de medicamentos. La FDA ha revelado que, por ejemplo, el retiro de unos embarques de Motrin al que se vio obligada la empresa en julio de 2009 se hizo luego de que se tuviera conocimiento de los defectos del producto desde noviembre de 2008, es decir, ocho meses antes.
La base para una sanción extraordinaria por parte del gobierno y para una reclamación millonaria por parte de los perjudicados está servida. La culpa es evidente, y debería dar lugar a una acusación contra quienes a sabiendas pusieron en el mercado un producto defectuoso, sobre todo tratándose de un medicamento. Tampoco debe ser difícil probar la responsabilidad civil extracontractual. Veremos qué hacen ésos que hoy se rasgan las vestiduras en el caso de British Petroleum.
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