Indudablemente, la defensa de Elsa Soler hizo un trabajo de primera categoría. Primero, logró alargar el caso un año, dando tiempo con ello a que la indignación de muchos se trocara en cansancio moral que ahora transige por una solución de otra manera inaceptable. Segundo, logró que los medios de comunicación bautizaran a su defendida como «la filántropa», apelativo que se repite incesantemente, con el fin de «beatificarla». Por lo que se sabe, ella preside la Junta de Directores del Hogar Cuna San Cristóbal, algo que, aunque meritorio, no convierte a uno en filántropo. (Hace algunos años presidí por un tiempo la Junta de Directores de los Hogares Rafaela Ibarra, pero nunca me he considerado un filántropo.) Tercero, logró proyectar a la victimaria como «víctima», al punto de que, para algunas almas nobles - pero profundamente equivocadas en su blandenguería espiritual - la mujer que mató a dos niños por, aparentemente, buscar el celular que se le cayó mientras manejaba es tan digna de pena como la madre que los perdió. Cuarto, logró una componenda para que a su cliente se le acepte una alegación de culpabilidad por cargos en los cuales no aparece la palabra «homicidio» ni por los centros espiritistas. De manera que, de acuerdo con el Derecho puertorriqueño, esos niños murieron en circunstancias desconocidas y, por lo tanto, inimputables a persona alguna sobre la faz de la tierra.
Los padres de esos niños han alegado estar demasiado dolidos emocionalmente como para continuar con el proceso penal. Aceptando eso como cierto, me resulta curioso que ellos demandaran a Soler por $11.8 millones. ¿No les va a resultar igualmente doloroso someterse a las deposiciones y al resto del descubrimiento de prueba, amén de las vistas en el tribunal, de un caso civil que puede durar mucho más que uno penal? Si están tan dolidos, es de suponer que desistirán de ese pleito. Si no lo hacen, confirmaremos la sospecha fundada que algunos tenemos acerca de lo que verdaderamente ha ocurrido desde que Elsa Soler mató a esos niños.
También lo sabremos cuando se anuncie el monto de la transacción para dar por terminada la demanda. Entonces sabremos cuánto esos padres querían a sus hijos.
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