viernes, 12 de febrero de 2010

La realidad de la calle

La decisión del juez haitiano de dejar en libertad provisional a los 10 «misioneros» americanos que se llevaron a los 33 «huerfanitos» para salvarlos del infierno de su país es el preludio de que aquí en paz y en el cielo gloria. Como diría Odette Piñeiro, "there's not a chance in hell" de que a esta gente la condenen por esto o cualquier otra cosa. Esto es sólo un «malentendido», y los americanos son demasiado buenos con Haití como para que le apliquen la ley a sus ciudadanos. Tendrían que haber matado a tres docenas de niños en la plaza pública a mediodía, y aun así, yo no apostaría mis chavos a que saldrían culpables.

La defensa de que algunos de los padres de los niños se los entregaron «voluntariamente» plantea la interrogante de, si esos mismos hechos ocurrieran en otro país, ¿sería válido aceptar esos niños y sacarlos de ese país? ¿Cuán voluntaria es una entrega hecha en condiciones como las de Haití actualmente? La realidad es que, en un caso como éste, hay factores de más peso(s) que los estrictamente jurídicos.

No hay comentarios: