martes, 9 de febrero de 2010

De regreso a la escuela

A veces, se quiere ser tan «fino» que se incurre en errores elementales. Leo en el periódico: «Atento a el manejo de la sangre». Pero, desde pequeños, aprendemos que «a el» se convierte en al. Por supuesto, la excepción se da cuando lo que sigue es un nombre propio que comienza con el artículo «El», como El Escorial, El Valle de los Caídos o algún otro sitio similar.

La misma regla se aplica a «de» y «el», que se convierten en del.

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