En Nueva York, un maestro de cuarto grado ha sido denunciado por poner a pelear a dos de sus alumnos - de 9 y 10 años - para que resolvieran sus diferencias. Uno terminó con el labio partido y el otro con un golpe en la cabeza. No conforme con esa «lección de civismo», al referirlos a la enfermería, el maestro les pidió que mintieran acerca de lo ocurrido.
Creo que el hombre ha querido dar una lección a esos niños sobre lo que Piri Thomas llamó las mean streets neoyorquinas, preparándolos para enfrentar esa violencia callejera y el encubrimiento y la mentira que se practica por doquier, incluidas las esferas oficiales.
O, sencillamente, es un enajenado mental y un sádico.
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