La Policía también tiene sus aciertos. Hay que aplaudir su diligencia en los balnearios del país, velando por que se cumplan las leyes y los reglamentos de seguridad marítima y de cupo de personas en las playas. Esta labor preventiva es fundamental para evitar o reducir la incidencia de desgracias provocadas por la negligencia de los asistentes, sobre todo los que operan vehículos en el agua.
La Policía debe ocuparse más de cosas como éstas, y menos de agredir viciosamente a los ciudadanos que ejercen correcta y pacíficamente sus derechos constitucionales a reunirse y protestar por los desmanes gubernamentales.
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