Hay que seguirle la pista a los casos surgidos de la intervención de Estados Unidos en Irak y Afganistán, pues hay crímenes de guerra que pueden quedar impunes. En 2003, unos soldados americanos mataron a dos periodistas españoles en Irak y, como era de esperarse, el Tío Sam exoneró a sus sobrinos, con la socorrida excusa de que dispararon como respuesta a fuego enemigo. La justicia española - muy activa desde que Garzón le metió mano a Pinochet - ha estado como perro de presa detrás de los tres imputados. Ahora, luego de un revés judicial por alegada insuficiencia de prueba, ha vuelto por sus fueros con prueba nueva de que no hubo tales disparos que provocaran el fuego de los trigger-happy Americans.
¡Bien por la Madre Patria!
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