Es unánime el repudio - no cuento a los fanáticos que puedan aplaudirlo - al Secretario Sagardía, por el bochinche protagonizado por él en el Capitolio. No solamente por su destemplanza, sino por la actitud de menosprecio de la función pública suya y de los legisladores. Es evidente que el hombre piensa que no le debe explicaciones al país sobre sus actos, cosa que lo descalifica sumariamente para ejercer ese cargo público o cualquier otro. Decía un viejo profesor de Derecho: «Los abogados y los hombres casados siempre tenemos que dar razones.»
Sagardía es el abogado del Pueblo de Puerto Rico. Como tal, es el primero en la fila de los que tenemos que dar explicaciones.
A mis consecuentes lectores vaya esta explicación: estaré de vacaciones del 15 al 24 del corriente mes.
1 comentario:
Concurro contigo sobre su actuación. Con toda la supuesta experiencia que tiene, demostró un pobre decoro a sus compañeros letrados y a la propia toga; en fin, no la honró.
Una cosa es darse a respetar con elegancia y otra es convertirse en un macho de barrio y vociferar improperios.
A pesar de que creo que es de humano el errar y de sabio el perdonar; en estos momentos de crisis, el Pueblo necesita modelos a seguir. Sagardía no demostró que puede ser un gran modelo.
Estos arranques y gestos explosivos pueden ser una muestra de una actitud de baja tolerancia a cualquier oposición. Por desgracia, y admito mi pensamiento existencialista en estos lares, la juventud va a ver en este comportamiento su prototipo del respeto a seguir. Máxime, cuando el propio Sagardía, horas después ese mismo día, dijo por la radio que se sentía orgulloso de darse a respetar, y luego, al día siguiente, vino la disculpa al ser criticado constantemente por otros locutores o analistas radiales. Disculpa que acojo, pero que no me convence en creer que este episodio no vuelva a repetirse; o como dicen en América la del Norte, un "rerun" de un producto ya visto.
Por mi parte, me dejó mucho que desear el primer abogado del Pueblo.
Disfruta las vacaciones, me imagino que irás al Viejo Mundo a descansar de las locuras del Nuevo.
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