Algo tiene la «z», que produce casos raros en nuestra lengua. Porque, mire usted, eso de que se pueda escribir
zandía, al igual que «sandía», deja a uno como un «zoquete». Y más «zonzo» queda uno cuando se entera de que la letra «z», además de «zeta», puede ser
zeda. Es como para formar un
zipizape allá en la RAE, por lo
zozobroso de estas cosas, que me dejan
zurumbático.
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