El éxito del estado de Derecho reside, en gran parte, en la aplicación de las normas jurídicas de manera consecuente y contundente. Nada lo debilita más que las leyes que son «letra muerta», por la desidia oficial, o su puesta en vigor selectiva, por criterios ajenos a la buena administración de la justicia.
Por lo que se publica, la Policía ha comenzado bien a hacer cumplir la ley que regula el uso de los vehículos todoterreno, sobre todo en el renglón medular del estatuto: la confiscación. Quienes insistan en retar la ley deben afrontar la pérdida del vehículo, amén del pago de multas sustanciales. No puede haber contemplaciones ni condescendencias en ello.
De igual manera, hacen bien los Bomberos en inspeccionar rigurosamente los negocios del Viejo San Juan con anticipación de las Fiestas de la Calle San Sebastián. En esto tampoco puede haber margen para las violaciones a las normas de seguridad relacionadas con la prevención de incendios y el número de parroquianos en los establecimientos comerciales. La aplicación estricta del ordenamiento en estos renglones es la mejor garantía de que no haya desgracias que lamentar.
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