Es cosa bien sabida que en la mayoría de los países árabes o musulmanes no hay un respeto formal y legal a los derechos humanos, sobre todo, en lo que respecta a la mujer. Es el caso de Marruecos, donde, por ejemplo, la violación queda subsanada con el matrimonio de la pareja en cuestión, ciertamente, cuando menos, una infravaloración del honor y la sensibilidad femenina. Algo así estuvo mucho tiempo disponible en nuestra cultura para la seducción, un «delito» que nunca tuvo el elemento de violencia física o psicológica de la violación.
Ahora, los marroquíes se plantean la deseabilidad de enmendar el estatuto de la violación para eliminar esa indigna puerta de escape de la responsabilidad penal. Les ha tomado mucho tiempo reaccionar al suicidio de aquella adolescente de 16 años que hace un par de años prefirió la muerte al matrimonio con su violador. La mujer en esa parte del mundo clama por justicia en todos los órdenes.
¡Que Alá no permita que sea una voz que clama en el desierto!
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