Parece haber un tufito a "tumbe" en el tirijala judicial sobre parte de las obras de Tufiño. Excepto en circunstancias muy señaladas, el caudal hereditario se reparte entre todos los hijos, en su carácter de herederos forzosos. Así que, esos 136 cuadros, en principio, son de los cinco hijos, y no de uno solo de ellos, independientemente de que el pintor le haya confiado su custodia, habida cuenta de que ese heredero fuera su ayudante en el trabajo artístico.
En este caso, debe pesar también en el ánimo judicial el hecho de que esas obras, además de ser patrimonio particular de la familia Tufiño, son, en buena medida, patrimonio artístico de nuestro país, y deben estar aquí para que, en lo posible, puedan pasar a manos de coleccionistas e instituciones puertorriqueñas. Que así se haría mejor justicia.
Nota: Invito al lector a la presentación de mi segundo libro, Medinaciones: Leyes de Puerto Rico Embromadas, mañana sábado 15 de noviembre a las 3:00 p.m. en la Feria del Libro en el Centro de Convenciones.
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