lunes, 3 de noviembre de 2008

Cada uno a lo suyo

Hay que tener mucho cuidado con la incursión del elemento religioso en la esfera pública so pretexto de una "labor social" que busca ser recompensada con ayudas gubernamentales directas o indirectas. Una vez se abre esa puerta, es muy difícil cerrarla, pues se entra en el terreno movedizo de distinguir entre las iglesias bona fide y los ventorrillos eclesiásticos para el lucro personal de pastores y pastoras variopintos.

Todo esto se complica porque nos vemos obligados a considerar las doctrinas del derecho constitucional de Estados Unidos, que no necesariamente reflejan nuestro sentir sobre el particular. La separación de la Iglesia y el Estado es un principio saludable para el gobierno de una sociedad plural y secular, y debemos mantenerlo ante intentos de vulnerarlo mediante subterfugios que parecen inocuos y simpáticos.

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