El pago de los servicios legales que se le rinden al gobierno, tanto a la Rama Ejecutiva como a la Legislativa, es, francamente, escandaloso. No hay abogado en el mundo que valga $500 o $900 la hora, a menos que esté utilizando parte de lo que gana para comprar influencias a favor de su cliente. Pero, en términos de conocimiento jurídico o de destrezas de litigación, las diferencias profesionales no pueden justificar esa clase de facturación. Lo que pasa es que hay un mito: el abogado caro es mejor. Y hay clientes que piensan que el que cobra más le va a hacer un mejor trabajo...y, a veces, se embarcan.
La explicación del Gobernador acerca del bufete Green demuestra lo manisuelto que es con el dinero del pueblo y la poca sensibilidad hacia la ética. Pero, eso lo sabíamos, desde su aceptación de los trajes carísimos. De Aponte no se puede esperar otra cosa. Como dice mi mamá: "Con lo que nada nos cuesta, hagamos fiesta."
Como abogado, siento vergüenza ajena por la desfachatez de estos colegas, que desacreditan nuestra profesión.
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