Al querido amigo que se declara complacido con el español de Puerto Rico:
Un subtítulo periodístico basta para dar una idea de la crisis en el español que se escribe y se habla en este país: «La gesta de Cordero sacudió la corporación». ¡Hombre, pero qué «gesta» ni ocho cuartos! Es verdad que parecía que Miguel Cordero iba a ser como El Cid, ganando batallas hasta después de muerto, pero de eso a llamarle gesta a su nefasto paso por la Autoridad de Energía Eléctrica va un gran trecho. Obviamente, el titulista ha querido decir «gestión», que es cosa muy distinta, pues, mientras lo primero es siempre un desempeño glorioso, lo segundo puede serlo desastroso, como el caso que nos ocupa.
Una vez más, no sabemos distinguir una palabra de otra que se le parece, y por ello la usamos incorrectamente, dando lugar a expresiones incluso contrarias a lo que se quiere decir. En todo caso, si se hubiera querido usar la palabra «gesta» de manera sarcástica --única forma aceptable en este contexto-- debió entrecomillarse.
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