En momentos en que, algunos, desesperados ante la ola criminal violenta en el país, claman por la pena de muerte, el Secretario General de Naciones Unidas hace un llamado a que se erradique esa práctica en los pocos sitios en el mundo donde todavía se lleva a cabo. Como se sabe, Estados Unidos, país sede de la ONU, es uno de esos países, junto a su archienemigo Irán y su protegido Irak. La nómina de los que la han ilegalizado va por 150.
El planteamiento del Secretario General es muy sencillo: el derecho más fundamental es a la vida, y la pena de muerte es definitiva e irrevocable; no hay, pues, posibilidad de corregir o enmendar un error. La civilización exige terminar con el castigo supremo de quitarle la vida a un ser humano, no importa las circunstancias.
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